El islamista Mohamed Mursi, primer presidente electo democráticamente en Egipto en 2012 y perteneciente al movimiento de los Hermanos Musulmanes, murió este lunes tras una audiencia en un tribunal en El Cairo, seis años después de su destitución.
Según informó la agencia internacional de noticias AFP, el expresidente detenido desde 2013 se desplomó tras haber hablado el lunes ante el tribunal y fue trasladado a un hospital en el que murió.
Un comunicado de la fiscalía detalló: «El tribunal le acordó el derecho de hablar durante cinco minutos. Cayó al suelo en el banquillo de los acusados y fue llevado rápidamente al hospital«, donde murió. «Llegó al hospital exactamente a las 16:50 y no tenía heridas visibles en el cuerpo», agregaron las mismas fuentes.
Mursi, un ingeniero de 67 años procedente de una familia de agricultores, fue el primer presidente egipcio electo democráticamente por un corto mandato entre 2012 y 2013, antes de ser separado del cargo por los militares.
El líder islamista fue encarcelado tras su destitución y juzgado luego por varios casos, entre ellos uno de espionaje para Irán, Catar y grupos militantes como el Hamas en Gaza. También fue acusado de fomentar actos de terrorismo.
Al ser consultado por la AFP, uno de sus abogados, Abdelmoneim Abdel Maksud, declaró: «No pudimos verlo en el tribunal a raíz del vidrio blindado (del recinto) insonorizado. Pero otros detenidos nos dijeron que ya no tenía pulso«.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan, aliado del expresidente islamista, le rindió homenaje calificándolo de «mártir» y culpó a los «tiranos» en el poder en Egipto por su muerte.
«La historia no olvidará a aquellos tiranos que lo llevaron a la muerte encarcelándolo y amenazando con ejecutarlo«, señaló Erdogan en un discurso en la televisión en Estambul.
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El Partido de la Libertad y la Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes, también acusó a las autoridades egipcias de «lento asesinato», denunciando las «malas condiciones» de detención de Mursi.
En las presidenciales de 2012, Mursi se había presentado como el garante de los ideales democráticos de la revuelta de 2011 lanzada por la juventud liberal y laica, pero a la cual se habían sumado los Hermanos Musulmanes, por oportunismo según algunos analistas.
Apodado «la rueda de auxilio», reemplazante de último momento de la primera elección de los Hermanos Musulmanes, el empresario Jairat Al Shater, ganó la elección por estrecho margen frente al cacique del régimen de Hosni Mubarak.
La forma de ser simple y afable de Mursi, casado y padre de cinco hijos, había ayudado a un cierto estado de gracia durante los primeros meses de su presidencia.
Pero luego se ganó rápidamente el enojo de una gran parte de la población que lo acusaba de ser una «marioneta» de los Hermanos, ayudándolos a acaparar el poder, al tiempo que era incapaz de restablecer la seguridad o relanzar una economía muy golpeada.
«Era percibido como la marioneta de los Hermanos, de los cuales ubicó a integrantes en puestos de la administración, lo que irritó a la burocracia de arriba y a la población«, señaló Mustafá Kamel Al Sayid, politólogo.
Las crisis se sucedieron, y un año después de su elección, el 30 de junio de 2013, millones de egipcios salieron a las calles para reclamar su renuncia.
Su enemigo, el exjefe del ejército, el general Abdel Fatá Al Sissi, aprovechó esta situación para justificar la destitución de Mursi tres días más tarde y lanzar una sangrienta represión contra sus partidarios.
Policías y soldados mataron a más de 1.400 manifestantes pro-Mursi en algunos meses. Cientos fueron condenados a muerte, en procesos en masa expeditivos, calificados por la ONU de «sin precedentes en la Historia reciente».
Desde su destitución, Mursi fue condenado en total a 45 años de prisión en dos casos: incitación a la violencia contra manifestantes a fines de 2012 y espionaje a favor de Catar.
Durante sus juicios, aparecía en el banquillo de los acusados detrás de vidrios que aislaban el sonido para evitar sus diatribas, lo que no le impedía presentarse, con un aire marcial a veces un poco forzado, como el presidente víctima de un «golpe de Estado» militar.
JPA/MC