Washington — La actitud tan dura como intransigente de Donald Trump hacia la inmigración no solo empujó a los republicanos hacia la derecha sino que también radicalizó a los demócratas y replanteó totalmente el debate en torno a la inmigración.
Desaparecieron las esperanzas de una gran reforma integral al sistema inmigratorio apoyado por los dos partidos en el Congreso. A medida que se agrava la situación en la frontera con México y las deportaciones generan pánico en las comunidades de inmigrantes, algunos grupos de izquierda ya no se contentan con las negociaciones típicas de cualquier acuerdo.
Y esto alienta a que los aspirantes a la nominación presidencial demócrata se comprometan a anular por decreto las políticas de Trump y a reformar el sistema en vista de que los legisladores no logran hacerlo.
“La brutalidad de este gobierno ha generado esta conversación”, dijo Cristina Jiménez, directora ejecutiva de United We Dream Action.
Se trata de una organización que trata de proteger de la deportación a los “dreamers”, como se denomina a los jóvenes sin permiso de residencia que fueron traídos al país de niños, y que quiere ampliar si alcance ahora que el país está viendo imágenes horrendas de la frontera, incluida la muerte de migrantes adultos y niños bajo custodia de organismos gubernamentales.
“El mundo es testigo” de lo que está pasando, dijo Jiménez.
En su primera debate televisado, los aspirantes demócratas al a nominación hicieron un gran giro y ya no hablaron de una “reforma integral a las leyes de inmigración” sino que amenazaron con tomar medidas unilaterales.
“El primer día, tomamos el bolígrafo de los decretos y rescindimos todo lo que hizo Trump en este terreno”, expresó Bernie Sanders.
Kamala Harris dijo que, como presidenta, de inmediato apelaría a órdenes ejecutivas para proteger a los dreamers, asegurando la continuidad de programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) de Obama que los protege de las deportaciones, extendiendo esos beneficios a sus padres y a quienes sirvieron en las fuerzas armadas.
Elizabeth Warren y Julián Castro quieren anular la ley que convierte en delito el ingreso ilegal a Estados Unidos y convertirlo en una infracción civil.
Cory Booker, por su parte, dijo que usaría sus atribuciones presidenciales para ordenar que el Departamento de Seguridad Nacional suspenda su búsqueda de inmigrantes sin papeles en escuelas e iglesias y dejar sin efecto las restricciones de Trump al ingreso de ciudadanos de algunos países de mayoría musulmana.
El activista Frank Sharry afirma que el estado de cosas y el hecho de que los republicanos están adoptando las prioridades de Trump empujan a los demócratas en una nueva dirección.
“¿Qué si pensamos que en el 2021 se aprobará una reforma integral? Cuesta imaginárselo”, expresó.
Por más de una década, el Congreso ha estado tratando de producir una reforma que satisfaga a quienes postulan un camino hacia la ciudadanía para unos 11 millones de inmigrantes sin papeles y quienes quieren reforzar la vigilancia de la frontera para evitar que siga entrando gente en forma ilegal.
Un proyecto del republicano John McCain y el demócrata Ted Kennedy naufragó en el 2007 y lo mismo sucedió en el 2013 con otro que recibió apoyo abrumador en el Senado pero fue ignorado por la Cámara de Representantes.
La irrupción de Trump en el panorama político cambió todo. Desde que lanzó su campaña despotricó contra los mexicanos, a quienes describió como “violadores”, y asumió el control del Partido Republicano con su promesa de construir un muro en la frontera con México.
Una de sus primeras medidas como presidente fue restringir el ingreso de inmigrantes de algunos países musulmanes. Bajo su gobierno, se pone énfasis en limitar la llegada de personas que piden asilo y en intensificar las deportaciones, incluso de gente que lleva mucho tiempo en el país y cuyo único delito es haber ingresado ilegalmente.
El propio Trump habló en privado de hacer algo por los dreamers, pero la derecha nunca aceptó eso. Ni tampoco lo hicieron algunos de sus principales asesores, ante lo cual Trump resistió iniciativas bipartidistas del Congreso.
El representante Joaquín Castro, presidente del bloque hispano de la cámara baja, dijo el martes que no pierde la esperanza de que el Congreso “arregle un sistema que no funciona”.
Castro, hermano mellizo de Julián, el aspirante a la nominación demócrata, declaró en una entrevista que no pierde la “esperanza de que podamos trabajar juntos para sacar adelante una reforma” a las leyes de inmigración. “Parte del desafío que tenemos por delante es que para el presidente esta es su principal arma política. Esto complica las cosas porque empuja a todos, incluso los republicanos moderados, hacia la derecha”.
Los republicanos, por su parte, sostienen que los demócratas quieren “fronteras abiertas”, beneficios gubernamentales para quienes están en el país ilegalmente y la abolición del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas.
El activista Sharry opina que no será fácil aprobar una reforma.
“Cuesta imaginar una iniciativa bipartidista como la de McCain-Kennedy”, comentó. Agregó que en el 2018 naufragó otra iniciativa más modesta en el Senado por la oposición de la Casa Blanca.
“Cuesta imaginar que pueda haber un acuerdo bipartidista con un Partido Republicano Trumpiano a corto plazo”, insistió.