La guerra estadounidense con China no es exclusivamente comercial. Donald Trump apuesta incluso a su poderío militar para mantener a raya al gigante asiático, mientras celebra por estos días, una gira por la región, dedicándole especial atención a sus aliados japoneses, que se preparan para recibir el G20 a la par que estrenaron dinastía.
Golf y sumo. La visita de Trump a Japón arrancó el sábado pasado. Una jorneda distendida en la que jugó al golf con el primer ministro Shinzo Abe, y luego el americano fue coronado con la copa de un torneo de sumo en Tokio que llevaba su nombre. Al término, un banquete imperial y la reunión con el flamante emperador japonés Naruhito, que ascendió a principio de mes al trono tras abdicar su padre, Akihito, convertido en el primer emperador emérito de la historia del país.
(Te puede interesar: G20: La posta japonesa)
Material para las redes sociales del presidente estadounidense, que cuando ve a su adversario relajado, lo aprieta con nuevas exigencias: “Japón lleva muchos, pero muchos años disfrutando de sustanciosas ventajas respecto a nosotros, pero bueno, ya está. Quizás es por eso por lo que les caemos tan bien”, declaró Trump en su primera rueda japonesa. “Esperamos abordar este desequilibrio comercial, eliminar las barreras a las exportaciones estadounidenses y garantizar que nuestra relación se caracterice por su reciprocidad”, remató.
El estadounidense sabe que ante la crecida china en la región (apalancando además a Norcorea), Japón necesita su apoyo para el balance estratégico. La necesidad es mutua claro, pero Trump es un hábil negociador, y siempre tiene una carta más por jugar.
Cohetes y teléfonos. En la guerra comercial con China, Trump le tiende una mano a Taiwán, insinuando que podría alentar a las empresas norteamericanas a que salgan de China para fabricar sus productos -coches, teléfonos y muebles- en la isla cercana a Hong Kong.
“No va a quedar nadie que haga negocios con China. Basta con comprar a países que no tengan aranceles, o aún mejor, fabricarlos en EE.UU.”, disparó el presidente.
“No hay motivos para que los consumidores acaben pagando de su bolsillo esos impuestos. Al fin y al cabo, a partir de esta semana esas empresas pagan 25% más por bienes estimados en un valor anual de 200.000 millones de dólares”, aportó un vocero de la Casa Blanca.
(Te puede interesar: Trump contra el eje: batallas en varios frentes)
El guiño a Taiwan llega a días de la reunión de John Bolton, Asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, con uno de los principales funcionarios de defensa de Taiwán, el secretario general del Consejo de Seguridad Nacional, David Lee.
La agencia de noticias oficial de Taiwán, CNA, dijo que era la primera reunión entre los principales asesores de seguridad de ambos gobiernos desde 1979, cuando Washington rompió vínculos formales con Taipei.
El gobierno chino, que reclama su potestad sobre la isla, criticó a Washington por sus contactos con Taipei (capital de Taiwan) y ordenó Trump, que cese cualquier compromiso diplomáticos con su rival. “El principio de una sola China es la base política para las relaciones entre China y Estados Unidos”, insitió Lu Kang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. “Estamos firmemente en contra de que EE.UU. participe en cualquier contacto oficial con Taiwán en cualquier forma y bajo cualquier pretexto”, remarcó.
Aviones y barcos. Los comentarios de Beijing se produjeron al mismo tiempo que Taiwán comenzaba el martes su ejercicio anual Han Kuang: despliegue militar que tienen como objetivo garantizar la preparación de la isla para una potencial invasión del ejército de China. Amenaza permanente ante la cual la isla está decidida a reforzar sus defensas aéreas y marítimas: en marzo, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, ya había anunciado que quería comprar nuevas armas avanzadas a la administración del presidente Trump.
Taipei aumentó en 2019 su gasto militar en 600 millones de dólares, para investigación y desarrollo de equipos bélicos: entre otros una línea de aviones de entrenamiento no piloteados, los AT-3 Tz-Chiang, y varios sistemas de misiles y vehículos acorazados y lanzacohetes.
(Te puede interesar:Taiwán discriminado por la OMS: el costo de su democracia)
Por su parte EE.UU. aprobó ventas por 1400 millones de dólares en armas para la isla, además de abrir una nueva embajada en las afueras de Taipéi.“Washington desplegará todos los esfuerzos necesarios para que Taiwán ingrese en las diferentes organizaciones internacionales, como la Interpol”, ratificó la Casa Blanca desoyendo las amenazas chinas.
Taipei espera ahora 60 aviones F16 estadounidenses, que serán apoyados con un programa de entrenamiento de pilotos de combate y apoyo logístico y soporte de mantenimiento.
Soldados y armas. En su despedida japonesa, a bordo del USS Wasp, en la base naval estadounidense de Yokosuka, Trump reafirmó su decisión de hacerle frente a los chinos. En un discurso ante 800 soldados aseguró que formaban parte de “los más temibles guerreros estadounidenses en esta parte del Pacífico”.
(Te puede interesar: La econoguerra Estados Unidos vs. China)
“Tenemos equipamientos, misiles, cohetes, carros, aviones, navíos: nadie en el mundo los puede construir como nosotros, nadie tiene capacidad para hacerlo”, insistió. Su discurso, aplaudido a rabiar por los uniformados, celebraba el Memorial Day, recordatorio a los caídos en la Segunda Guerra, pero era sin dudas un claro mensaje a China y Corea del Norte (que retomó los ejercicios con armas nucleares desde que la diplomacia fracasó).
Así, mientras embajadores comerciales de ambas partes intentan llegar a un acuerdo (entre otros por el caso Huawei), Trump mueve sus fichas militares para sacar la mejor tajada, fiel a su estilo.
Relacionado