Primera ayuda humanitaria para los armenios de Nagorno Karabaj

Un primer convoy de ayuda internacional llegó ayer al enclave armenio de Nagorno Karabaj, donde los separatistas armenios entregaron sus armas a Azerbaiyán, que se impuso a principios de la semana tras una ofensiva militar relámpago.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) “pasó por el corredor (humanitario) de Lachin para aportar a la población unas 70 toneladas de ayuda humanitaria”, dijo un responsable de la Cruz Roja, presente en el puesto de control armenio de Kornidzor.

Armenia acusa desde finales de 2022 a Azerbaiyán de bloquear esta carretera, la única que conecta su territorio con Nagorno Karabaj, y de agravar la situación de los habitantes del enclave, mayoritariamente de población armenia.

El ejército azerbaiyano se impuso el martes en una ofensiva de un solo día a las tropas separatistas armenias y ayer anunció que el bando derrotado depuso armas.

Durante un viaje con la prensa, al que pudo participar la AFP, soldados azerbaiyanos mostraron centenares de armas ligeras y blindados marcados con una cruz blanca entregados por los separatistas.

En las afueras de la ciudad de Shusha, controlada por Bakú, estaba expuesto este arsenal militar y allí se podía leer con unas grandes letras negras: “El Karabaj es azerbaiyano”.

“Desmilitarización”. Además de las entregas de armas, los separatistas también negocian la retirada de sus tropas. “Conforme a los acuerdos de cese de hostilidades, las formaciones armadas de Karabaj empezaron a entregar sus armas y equipamiento militar bajo el control de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz”, indicó el viernes el Ministerio ruso de Defensa, precisando que habían sido traspasados seis blindados y más de 800 armas ligeras y municiones.

Las negociaciones de las autoridades de Nagorno Karabaj con la parte azerbaiyana, iniciadas el jueves “bajo el auspicio de los soldados rusos de mantenimiento de la paz”, permitirán “organizar el proceso de retirada de las tropas y garantizar el regreso a sus casas de los ciudadanos desplazados por la agresión militar”, según los separatistas.

Las partes están discutiendo también “el procedimiento de entrada y salida de los ciudadanos” de Nagorno Karabaj.

El ministro de Relaciones Exteriores azerbaiyano, Jeyhoun Baeramov, prometió ayer en la Asamblea de la ONU en Nueva York que tratarán “a los habitantes armenios de la región azerbaiyana de Karabaj como ciudadanos iguales”.

Pese a las actuales negociaciones, aún se producen algunas violaciones del alto el fuego, alcanzado el miércoles, y un soldado azerbaiyano resultó herido ayer, indicó el contingente ruso de mantenimiento de paz.

Evacuaciones. Entretanto, miles de civiles viven en una situación de urgencia humanitaria en el enclave, cuya “capital”, Stepanakert, está rodeada por soldados azerbaiyanos, según las autoridades locales. Oriunda de esta ciudad, Yana Avanessian, profesora de Derecho de 29 años, asegura desde el puesto de control armenio fronterizo de Kornidzor, que la situación allí es “horrible”.

“Esperamos pronto las evacuaciones, sobre todo de las personas cuyas viviendas fueron destruidas”, cuenta. En Kornidzor, grupos de personas esperan, algunos desde hace días, tener noticias de sus parientes, bloqueados en el enclave. “Hace tres días y tres noches que espero. Duermo en el coche”, dice Garik Zakarian, de 28 años.

“No tengo muchas esperanzas (de ver a sus allegados evacuados), pero no podía no hacer nada. Solo estar aquí, ver la base rusa a un kilómetro, ya me hace sentir mejor”, asegura.

Stepanakert estaba ayer sin electricidad ni carburante, y también había escasez de comida y medicinas.

Según un consejero del presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, Azerbaiyán prometió al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) enviar ayuda y hacerse cargo de los soldados separatistas heridos, con ambulancias autorizadas desde Armenia.

La incursión militar de Bakú, que duró unas 24 horas, causó al menos 200 muertos y 400 heridos, según los secesionistas armenios.

Nagorno Karabaj ya fue golpeada por dos guerras entre las antiguas repúblicas soviéticas del Cáucaso, Azerbaiyán y Armenia: una de 1988 a 1994 (30 mil muertos) y otra en el otoño boreal de 2020 (6.500 muertos).

Criticado por su pasividad ante Azerbaiyán, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, admitió el viernes que la situación sigue siendo “tensa” en el enclave, donde “continúa la crisis humanitaria”.

Pero “hay una esperanza de dinámica positiva”, agregó el jefe del gobierno, para quien se está respetando “globalmente” el alto el fuego. Personas críticas con Pashinyan se manifiestan todos los días en Ereván, la capital armenia, para protestar contra su gestión de la crisis.

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