El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, instó este jueves al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a alcanzar un «alto el fuego» con Hamás en Gaza, a la par que le advirtió de que el apoyo del país norteamericano dependerá de las medidas que tome para proteger a los civiles palestinos. La amenaza ocurrió luego de que un bombardeo israelí asesinara a trabajadores humanitarios, hecho que el mandatario tildó de «inaceptable».
Se trata de la primera vez que el jefe de Estado plantea la posibilidad de condicionar el apoyo a Israel, después de que el país lanzara una ofensiva militar en Gaza en respuesta al ataque del movimiento islamista palestino contra su territorio el 7 de octubre. «Un alto el fuego inmediato es esencial para estabilizar y mejorar la situación humanitaria y proteger a civiles inocentes», declaró Biden a Netanyahu, según la Casa Blanca.
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La conversación telefónica entre ambos líderes tuvo lugar apenas unos días después de que un bombardeo israelí se cobrara la vida de siete trabajadores de la ONG World Central Kitchen (WCK), algunos de ellos de nacionalidad estadounidense. «El presidente Biden enfatizó que los ataques a los trabajadores humanitarios y la situación humanitaria en general son inaceptables», destacó la Casa Blanca en un comunicado.
Asimismo, precisó que el mandatario instó a «anunciar y aplicar una serie de medidas específicas, concretas y mensurables para abordar los daños a civiles, el sufrimiento humanitario y la seguridad de los cooperantes«. En ese sentido, Washington «dejó claro que la política estadounidense con respecto a Gaza estará determinada por la evaluación» de la acción inmediata de Israel sobre estos pasos.
Al respecto, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, afirmó que Estados Unidos espera ver medidas concretas «en las próximas horas y días», incluido un aumento «drástico» de la ayuda a Gaza. Además, reconoció que la llamada se produjo en medio de una «creciente frustración» con el premier isarelí, aunque reiteró que el apoyo de Estados Unidos a la seguridad de Israel es «férreo».
Al menos siete trabajadores de WCK, la ONG del chef español José Andrés, fallecieron a comienzos de semana por un bombardeo del Ejército de Israel contra su vehículo en la gobernación de Deir al Balá, en el centro de la Franja de Gaza, en el marco de la ofensiva israelí contra Hamás.
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Entre los fallecidos hay ciudadanos con nacionalidad británica, polaca, australiana, estadounidense y canadiense, además de un conductor palestino. El incidente provocó malestar a nivel internacional, mientras que Israel aseguró que llevará a cabo una investigación de lo ocurrido.
El hecho se dio en un contexto en el cual el presidente demócrata enfrenta crecientes presiones internas por su apoyo a Israel en Gaza, siendo que sus aliados le insisten en considerar la posibilidad de condicionar los miles de millones de dólares de ayuda militar a que Netanyahu escuche los llamados a la moderación.
Estados Unidos condenó el ataque al convoy humanitario: «No fue el primero, pero debe ser el último»
En sintonía con el comunicado de la Casa Blanca, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, advirtió este jueves a Israel de que si la Administración de Joe Biden no ve «los cambios que necesita» respecto a la situación en la Franja de Gaza, Washington realizará «cambios en su política».
Sus dichos tuvieron lugar en rueda de prensa al término de la reunión de ministros de Asuntos Exteriores de la OTAN que se celebró este miércoles y jueves en Bruselas, y tras la llamada en la que el presidente Biden reprochó al primer ministro israelí los «inaceptables» ataques sobre trabajadores humanitarios.
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«El 100% de la población de Gaza necesita ayuda humanitaria y quienes la proporcionan lo hacen poniendo en grave peligro sus propias vidas. El incidente de World Central Kitchen (WCK) no fue el primero, pero debe ser el último«, subrayó el secretario de Estado.
Asimismo, remarcó que «un alto el fuego inmediato es esencial para proteger a los civiles», después de que hace una semana, Estados Unidos se abstuviese en la última votación del Consejo de Seguridad de la ONU, permitiendo así que se aprobase una resolución a favor a un alto el fuego en Gaza.
En sintonía con sus declaraciones, el secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, expresó el miércoles a su homólogo israelí, Yoav Gallant, su «indignación» por la muerte de los trabajadores humanitarios, según el Pentágono.
En su declaración más contundente desde que comenzó la guerra, Biden expresó el martes que está «indignado y desconsolado» por la muerte de los siete cooperantes, entre los que se encuentra un ciudadano estadounidense-canadiense. Por su lado, Israel asegura que el ataque no fue intencional.
Sin embargo, las quejas no van acompañadas de medidas concretas. Señal de que todo sigue igual, Estados Unidos aprobó la transferencia de miles de bombas más a Israel el mismo día del ataque que mató a los cooperantes, informó el jueves The Washington Post.
Muchos demócratas temen que esta situación perjudique las posibilidades de reelección de Biden en las presidenciales de noviembre contra el republicano Donald Trump, ante el enfado de los votantes musulmanes y muchos jóvenes. «Hasta que no haya consecuencias sustanciales, esta indignación no sirve de nada. A Bibi (Netanyahu) obviamente no le importa lo que diga Estados Unidos, sino lo que haga», afirmó Ben Rhodes, un exasesor del expresidente Barack Obama, en la red social X (antes Twitter).
La situación crítica de la ayuda humanitaria en Gaza
Las operaciones israelíes no dan tregua y continuaron el jueves en el centro de Gaza y en Jan Yunis, en el sur. En el norte, la situación humanitaria es extremadamente difícil. «Las entregas de harina se han demorado y hay escasez (…) También hay escasez de verduras, carnes y otros productos esenciales, como las legumbres, lentejas y garbanzos», contó un vecino de la ciudad de Gaza, que prefirió no dar su nombre. En tanto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que casi la totalidad de la población gazatí está al borde de la hambruna.
Según un nuevo estudio de la ONG Oxfam, la población del norte de la Franja sobrevive con 245 calorías por día, o sea «menos que una lata de frijoles», lo que representa «menos de 12% de las necesidades calóricas diarias de media». Sumado a esto, tras el ataque en el que murieron sus trabajadores, WCK, que distribuía diariamente comidas en Gaza, anunció la suspensión de sus operaciones, aumentando los temores sobre la situación alimentaria de unos 2,4 millones de habitantes.
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A través de un comunicado, la asociación española sin fines de lucro Open Arms, que fletó la primera embarcación humanitaria que llegó a Gaza usando un corredor marítimo desde Chipre junto a WCK, indicó que «con la llegada ayer del barco Open Arms a Lárnaca, Chipre, queda suspendida la misión en alianza con WCK en el corredor humanitario hacia la Franja de Gaza«.
En la nota, Open Arms volvió a expresar que lamentaba «profundamente» el fallecimiento de los siete trabajadores humanitarios, «apreciados compañeros en esta misión», en lo que calificó como «un acto de violencia incomprensible». Ambas organizaciones habían trabajado conjuntamente para iniciar este corredor marítimo humanitario, que logró llevar 200 toneladas de alimentos desde el puerto chipriota de Lárnaca hasta las costas de Gaza en su primer viaje completado a mediados de marzo.
Un segundo envío había llegado el lunes a la costa gazatí. Pero poco después de desembarcar parte del cargamento y trasladarlo a un depósito de la Franja, el convoy en el que viajaban los siete trabajadores de la ONG, «compuesto por tres vehículos claramente identificados con el logotipo de WCK», según el comunicado de Open Arms, recibió el bombardeo en el que fallecieron.
«Exigimos respuestas y responsabilidades por este ataque inaceptable», indicó el director de Open Arms, Óscar Camps, citado en la nota, desde Chipre, a donde regresó su barco el miércoles. Chipre, de su lado, afirmó su voluntad de mantener el corredor humanitario hacia la Franja de Gaza para poder seguir mandando ayuda, a pesar de lo acontecido.
Israel asumió la responsabilidad del bombardeo del lunes, pero el jefe de Estado Mayor, Herzi Halevi, aseguró que se trató de un «grave error» que se produjo «tras una identificación errónea (…) en condiciones muy complejas». El presidente israelí, Isaac Herzog, pidió «disculpas», mientras que Netanyahu precisó que fue un «trágico incidente».
MB / Gi