Muy significativo fue el mensaje del papa Francisco en la víspera del 75º aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. El Santo Padre volvió a repetir su «¡nunca más!», porque «ante esta inmensa tragedia, esta atrocidad, no se puede aceptar la indiferencia y tenemos la obligación de recordar». Lo dijo al finalizar el Ángelus del 26 de enero en la plaza de San Pedro.
El sábado, 25 de enero, por la tarde en la basílica ostiense, durante las segundas reflexiones “ecuménicas” de la solemnidad de la conversión de san Pablo, presididas por el Papa Francisco, junto con el metropolitano Gennadios, representante del Patriarcado ecuménico de Constantinopla y el arzobispo anglicano Ian Ernest, representante personal en Roma del arzobispo de Canterbury. “De esta Semana de Oración quisiéramos aprender a ser más hospitalarios, en primer lugar entre nosotros los cristianos, incluso entre hermanos y hermanas de diferentes denominaciones. La hospitalidad pertenece a la tradición de las comunidades y familias cristianas”.
En un mundo que persigue los mitos de la eficiencia, el beneficio y la productividad, ¿cuál es el lugar de los ancianos? ¿Es la persona que lleva el equipaje de los años una carga o el guardián de una riqueza? Y si en este tiempo el anciano es marginado y descartado incluso por su propia familia, ¿no será la Iglesia quien deba y quiera ser la familia de los ancianos?
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Esto es lo que se han preguntado, en busca de respuestas comunes, unos 550 expertos y agentes de pastoral que se han reunido del 29 al 31 de enero en Roma, en el Augustinianum, para el primer congreso internacional de pastoral de la tercera edad, organizado por el Dicasterio para los laicos, la familia y la vida y titulado significativamente: «La riqueza de los años».
El Papa, en la audiencia general de los miércoles, por la mañana, 29 de enero, en el aula Pablo VI, inauguró un nuevo ciclo de catequesis dedicadas al texto que abre el “Discurso de la montaña”. Reflexionado sobre ese texto bíblico, el papa Bergoglio dijo: «Nos hará bien tomar el Evangelio de san Mateo hoy, capítulo quinto, versículos del uno al once y leer las Bienaventuranzas para entender el camino tan hermoso y tan seguro de la felicidad».