MIAMI, EEUU —
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta ante el notable incremento de casos de dengue en las Américas. Con más de 3,5 millones de casos y más de 1.000 muertes registradas hasta el 26 de marzo de 2024, la situación actual representa un desafío sin precedentes para la región.
“Esto es motivo de preocupación, ya que representa tres veces más casos que los reportados para esta misma fecha en 2023, año récord con más de 4,5 millones de casos notificados en la región”, dijo el director de la OPS, el Dr. Jarbas Barbosa, en una comparecencia pública.
Aunque el dengue está al alza en toda la región, Brasil (83 %), Paraguay (5,3 %) y Argentina (3,7 %) son los países más afectados, concentrando el 92 % de los casos y el 87 % de las muertes.
“También vemos un aumento en países como Barbados, Costa Rica, Guadalupe, Guatemala, Martinica y México, donde la transmisión suele ser más alta en la segunda mitad del año”, advirtió el máximo responsable del organismo encargado de velar por las políticas públicas en materia de sanidad en el continente americano.
Este aumento se asocia principalmente a la temporada de mayor transmisión en el hemisferio sur, facilitada por las condiciones climáticas que favorecen la propagación del mosquito Aedes aegypti, vector del dengue.
Este patrón sugiere una expansión geográfica del vector y de los casos a nuevas áreas, potencialmente desafiando la capacidad de respuesta de algunos países.
La OPS ha identificado varios factores que contribuyen a la propagación del dengue, incluyendo el cambio climático que viene provocando un incremento en las temperaturas y la ocurrencia de eventos climáticos cada vez más intensos, como el más reciente fenómeno de El Niño.
A estos se suman el rápido crecimiento poblacional y la urbanización no planificada, que resultan en condiciones de vivienda precarias y servicios de agua y saneamiento insuficientes, creando ambientes propicios para la proliferación de mosquitos.
En respuesta a esta creciente amenaza, la OPS ha emitido nueve alertas epidemiológicas en los últimos 12 meses, ofreciendo orientación a sus estados miembro para fortalecer la prevención y el control del dengue.
Un aspecto particularmente alarmante es la presencia de los cuatro serotipos del virus en los 21 países de las Américas, lo que aumenta el riesgo de epidemias y formas graves de la enfermedad.
A pesar del aumento récord de casos, para el Dr. Barbosa “es alentador que la tasa de letalidad por dengue en la región se haya mantenido por debajo del 0,05 %”, un logro atribuido al apoyo continuo de la OPS a los países desde 2010. A través de una estrategia integral, que incluye el fortalecimiento de la vigilancia, el diagnóstico temprano y el tratamiento oportuno, se ha logrado salvar miles de vidas, indicó.
La OPS mantiene su llamado a la acción, instando a intensificar los esfuerzos para eliminar los criaderos de mosquitos y protegerse de las picaduras, dijo. En esa línea, también subrayó la importancia de preparar a los servicios de salud para el diagnóstico temprano y el manejo clínico oportuno, así como de educar a la población sobre los síntomas del dengue para que busquen atención médica inmediatamente.
En palabras del Dr. Barbosa, enfrentar el dengue requiere la colaboración de todos los sectores de la sociedad, incluyendo la participación activa de las comunidades. “Solo a través de un esfuerzo conjunto se podrá superar este desafío y evitar más pérdidas humanas”, admitió.
¿Qué es el dengue?
El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura de mosquitos infectados, principalmente por especies del género Aedes, como Aedes aegypti y Aedes albopictus. Este padecimiento es de particular relevancia en áreas tropicales y subtropicales del mundo, donde las condiciones climáticas favorecen la proliferación de los vectores. El virus del dengue pertenece a la familia Flaviviridae y se presenta en cuatro serotipos distintos (DEN-1, DEN-2, DEN-3 y DEN-4), lo que implica que es posible infectarse hasta cuatro veces, cada una potencialmente con distintos grados de severidad.
¿Qué síntomas se presenta?
La infección por dengue puede manifestarse de formas muy variadas, desde casos asintomáticos hasta cuadros graves. De acuerdo a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC, en inglés) Los síntomas generalmente comienzan de cuatro a diez días después de la picadura del mosquito y pueden incluir:
– Fiebre alta repentina.
– Fuertes dolores de cabeza, especialmente detrás de los ojos.
– Dolores musculares y articulares.
– Fatiga y debilidad general.
– Náuseas y vómitos.
– Sarpullido en la piel, que aparece entre tres a cuatro días después de comenzar la fiebre.
– Sangrado leve de nariz o encías.
En casos severos, el dengue puede progresar a dengue hemorrágico o síndrome de choque por dengue, que son potencialmente mortales y requieren atención médica inmediata. Estas formas graves se caracterizan por sangrado, caídas abruptas en la presión arterial y daño a órganos.
¿Cómo prevenir el dengue?
Actualmente, no existe un tratamiento específico para el dengue, y la prevención juega un papel crucial en la lucha contra esta enfermedad. Las estrategias de prevención se centran principalmente en controlar y eliminar los criaderos de mosquitos, así como en la protección personal contra las picaduras. Algunas medidas incluyen:
– Evitar la acumulación de agua estancada, donde los mosquitos suelen reproducirse.
– Usar repelentes de insectos recomendados por autoridades de salud.
– Vestir ropa que cubra la mayor parte del cuerpo.
– Instalar mallas o mosquiteros en ventanas y puertas para evitar el ingreso de mosquitos a las viviendas.
– Utilizar insecticidas o dispositivos ultrasónicos para repeler o eliminar mosquitos.
– Fomentar campañas de fumigación en áreas de alto riesgo.
En algunos países, también se ha autorizado el uso de vacunas contra el dengue para personas en grupos de edad específicos y en áreas con alta incidencia de la enfermedad. Estas vacunas representan una herramienta adicional en el control del dengue, aunque, advierten los expertos, su implementación debe ser cuidadosamente considerada, evaluando la prevalencia de los serotipos virales en la población y otros factores epidemiológicos.
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