Los temporales no dan descanso a Río Grande del Sur, un estado brasileño que comparte fronteras con Argentina y Uruguay. Después de 5 días de lluvias intensas, que comenzaron el martes de esta semana, gran parte del territorio riograndense sufre por las inundaciones que llevaron al colapso de la infraestructura ciudadana. Faltan luz y agua potable, las rutas federales y provinciales están bloqueadas en su mayoría. En Porto Alegre, que alberga 1,5 millones de brasileños, en casi todos los barrios apenas se puede transitar con botes. En el centro histórico y comercial de esta capital, los pisos inferiores de los grandes edificios están debajo del agua.
Las cifras provisorias indican un nuevo número de fallecidos: ya se identificaron 57 personas que perdieron la vida por causa de esta catástrofe sin equivalentes en la historia. Esto se suma al número de desaparecidos, que aumentó a 67, y el de heridos que llega a 74. Son los últimos datos divulgados por la Defensa Civil, que añadió en su informe de hoy las cifras de los municipios de Río Grande afectados por los anegamientos: el 60% de ciudades, grandes, medianas y pequeñas, están bajo las aguas.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
El aeropuerto internacional Salgado Filho dejó de funcionar y no hay pronósticos certeros de cuando retornará a la actividad. La estación central de ómnibus de Porto Alegre, de media y corta distancia, este sábado suspendió todo movimiento de salida y llegada: es que sus rampas y área de servicios quedaron sumergidas por la inundación. El edificio está situado en una región próxima al lago Guaíba, que ha cumplido un rol central en la crecida de las aguas, basta señalar que superó largamente los 5 metros de elevación sobre su nivel normal: esa subida produjo el mayor desborde en avenidas y calles de la capital, sin paralelo con su propia historia.
Ni las rutas se han salvado de la tragedia: las principales vías de comunicación para otros estados fueron seriamente perjudicadas. De acuerdo con el relevamiento de las autoridades, hay 188 trechos totalmente bloqueados a lo largo y ancho de la infraestructura caminera.
Pero ¿qué explica la exorbitante duración de esta tragedia? La respuesta es única: los cambios climáticos que sufre el planeta, por cuenta de los desaguisados de la propia humanidad. Los hechos son incontrastables: la media anual de temperatura en el estado gaúcho es 0,8 grados más calurosa que hace 30 años. Y la cantidad de lluvia: aumentó 12% en comparación con la registrada 60 años atrás.
El intendente de Porto Alegre, Sebastián Melo, tuvo que pedir a la población que “racione” el agua a consumir. Parece un contrasentido, pero según indicó el propio alcalde, seis de las cuatro estaciones de tratamiento están desactivadas debido a los daños ocasionados por el aluvión. “Le está faltando agua a mucha gente” se desesperó Melo.
En medio del drama, hay cifras sobre la destrucción sufrida por el campo que no anuncian buenos pronósticos. El titular de la Federación de Agricultura, Gedeao Pereira, avisó que hay grandes sectores del agrobusiness en situación problemática; figuran entre ellos los criadores de porcinos y aves, como también los establecimientos lecheros. Por un lado, no pueden canalizar la salida de la producción, y en simultáneo se obstruye la llegada de suministros. “El productor no consigue llevar la leche a la industria, y los criadores de cerdos y pollos no logran obtener las raciones para alimentar los animales. Es una situación catastrófica”, se desesperó Pereira.
La actividad agropecuaria representa el 40% del PBI del estado provincial, que además es el productor de 68% del arroz consumido en el país, un componente central en las comidas de los brasileños. “Para el sector del agro, en su conjunto, estos daños son incalculables. Me contaron que 50% de la soja todavía no fue recogida; en tanto, las pérdidas son inmensas para cultivos de legumbres y verduras”. Los dirigentes agrarios afirman que por el momento Brasil está abastecido en alimentos. “Pero a futuro puede ocurrir un fuerte aumento de precios”.
Gi