Washington — Dentro de un año, el electorado de Estados Unidos decidirá si darle al presidente Donald Trump un segundo mandato en unos comicios que serán un referendo de su visión de la cultura estadounidense y el papel que tiene el país norteamericano en el mundo.
Se desconocen varias cosas sobre cómo se verá Estados Unidos y su política el 3 de noviembre de 2020.
¿Quién será el adversario de Trump? ¿Cómo resolverán los demócratas las cuestiones ideológicas, generacionales y demográficas que rodean sus primarias? ¿Una economía fuerte aumentará el apoyo de Trump o unas señales de recesión se volverán realidad? ¿Trump enfrentará al electorado como el tercer presidente estadounidense en ser objeto de un juicio político de la Cámara de Representantes?
Esto parece ser seguro: La nación se dirigirá a los comicios presidenciales profundamente dividida, tal como lo estaba hace medio siglo, cuando las ciudades estaban en llamas con manifestaciones sobre la guerra y derechos civiles.
“Parece como si los republicanos y demócratas están atrincherados en sus posiciones”, comentó el historiador presidencial Mark Updegrove, y quien también es presidente de la Fundación Lyndon Baines Johnson. “Ambos se adhieren a sus propias versiones de la realidad, si se basan en la verdad o no”.
Las divisiones políticas de hoy en día reflejan los cismas sociales y económicos entre las comunidades más rurales y mayoritariamente blancas donde la economía depende de las industrias que se están inclinando a la subcontratación y la automatización, y las zonas más urbanas y racialmente diversas dominadas por una economía de servicios y donde un auge tecnológico aumenta la riqueza.
Muchas de esas divisiones ya existían antes de Trump, pero su presidencia las ha exacerbado. El mandatario ha criticado a sus adversarios políticos llamándolos “escoria humana”, mientras que los demócratas consideran la visión de Trump como anatema de los valores fundacionales del país.
Para ganar, la campaña de Trump necesita volver a suscitar entusiasmo entre sus simpatizantes, una labor que no siempre es sencilla para alguien con un historial de cuatro años en el cargo. Pero el mandatario ya está recurriendo a sus duras políticas de inmigración que animaron a sus partidarios en 2016, mientras trata de convencer a los republicanos escépticos de que los demócratas se mueven tan a la izquierda que están quedando fuera de la corriente.
En tanto, con apenas tres meses de distancia de que arranquen las primarias, los principales candidatos demócratas reflejan la incertidumbre del partido en cuanto a su propia identidad.
El partido sigue con problemas para descifrar un mensaje a los votantes que vaya más allá del desprecio por Trump, lo único que une al electorado del partido.
El ex vicepresidente Joe Biden promueve sus décadas de experiencia y se postula como un moderado dispuesto a trabajar con el otro partido. Mientras que los senadores Elizabeth Warren y Bernie Sanders presionan por un cambio liberal radical. Pero con esos tres candidatos de más de 70 años, Pete Buttigieg de 37 tiene una campaña sorprendentemente exitosa que apela a un cambio generacional.